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ROMPIENDO MOLDES (O CÓMO HACER LITERAL UN DICHO CUALQUIERA)

ROMPIENDO MOLDES (O CÓMO HACER LITERAL UN DICHO CUALQUIERA)

  

Entré decidido en la Boutique del Pan con las manos vacías y el dinero de mi hucha en los bolsillos, que bien cabía. El olor a pan horneado invadía todos los sentidos de las personas que se apilaban formando una cola de dragón gigante. “¿Quién es la última?”, preguntaba la señora que había entrado antes que yo. “Yo, la última soy yo”, le respondió un caballero trajeado con una ironía que salía contenta hacia el aire tras llevar un buen rato ahogándose por el nudo de una corbata rayada. Candeal, de Viena, chapata, magdalenas integrales, rosquillas, pan bimbo. “¡Me cachis en la mar salada, uno que se salva!”, pensé mientras cambiaba de pierna recta y de rodilla a doblar, que las colas cansan lo suyo. Un rato después, me encontré con un mostrador y un dependiente entre mi preciado tesoro y yo. “Buenos días”. “¿Qué hay?, pan de molde, todo el que tenga”. “¿Todo?”. “Eso he dicho”. “Aquí tienes, alhaja”. Pagué, sale caro el pan de goma, que así lo llamaba mi tío.

 

Llegué corriendo a casa con dos bolsillos vacíos y tres bolsas llenas de mi futura víctima. El calor era un buen recuerdo que ya no podía pagar. El frío invadía todos los muebles y se mezclaba con el calcio de mis huesos, que debía ser poco, pues la leche tampoco era barata en esos tiempos míos. Saqué, una a una, todas las rebanadas de pan, construí cuatro torres unidas por murallas: un castillo de pan de goma. Lo destruí de una patada. Me senté en el suelo de hielo y escribí mi nombre con mayúsculas de miga. “Ya es la hora”, me dije. Prendí un cigarro, el humo no terminaba de distinguirse del vaho que despedía mi boca sonriente por el temprano cumplimiento de mi plan. Hice unas oes de humo y vaho y me puse manos a la obra.

 

Disfruté como un enano desmenuzando, estirando, rasgando todo el pan. ¡Vaya si lo hice! En pocos minutos no quedaba una rebanada viva. Todo eran migas del tamaño de los trozos en que quedan los corazones de muchas personas que aman o amaban con la fuerza de un Sansón hasta un momento determinado, el mismo en que su amado rompió su corazón. Disfruté como un enano que se ve crecer. Disfruté rompiendo moldes. Ya podía decirme a mí mismo que, conmigo, rompí los moldes.

CON MI BOTE

CON MI BOTE

El tonto con su bote, la tonta con su lata

y enseñando el escote la tonta que me mata.

Y yo aquí, tontamente, como si no quisiera,

como si, torpemente, la voz no me saliera,

de pie, tan estancado como el lago del parque,

por siempre colocado con tan sólo mirarte.

 

Soy el que no se entera de que eres la primera,

de que eres contrabando, de que eres mi quimera,

el arco y la ballesta, el barco y la ballena,

un narco que navega en charcos que se llenan;

eres el pan, los peces, eres barro y arena,

eres de chocolate, leche, azúcar, avena.

 

La vida atolondrada se me quedó parada

al verte aquella tarde;

el corazón me arde, me siento tan cobarde

cantando esta balada.

 

Y yo aquí con mi bote, como un tonto cualquiera,

un culo sin azotes, un coche por la acera;

sigo dando la lata, sigo soltando el rollo,

y metiendo la pata en uno u otro embrollo;

sigo sin decir nada, sin ser impertinente,

sin encontrar mi hada, sigo... por dar ambiente.

 

Sentado en la escalera veo pasar la vida,

pasa la panadera al local de la vecina

y corren Zipi y Zape que ya liaron otra

y el Super a la TIA que anda en bancarrota

y pasan Mortadelo, Carpanta y su bocata

y, moviendo el trasero, la tonta que me mata.

 

La vida atolondrada se me quedó parada

al verte aquella tarde;

el corazón me arde, me siento tan cobarde

cantando esta balada.

 

Pasa la Violetera y pasa Don Benito,

pasan Pepito Grillo y el pillo de Pepito,

un dos sin par, un niño, un tipo con alzheimer,

una linda muchacha, un zombi o aftereighter,

un dios, un jesucristo y dos o tres diablos,

un caballo fugado huyendo de su establo;

 

y pasa su mirada pegada a su sombrero:

Rafael Sarmentero, poeta y caballero,

se lleva de la mano a la vecina guapa,

a la que yo esperaba, a la que yo anhelaba,

a la de los andares, a la que a mí me mata,

me quedo con mi bote, y con la de la lata.

 

La vida atolondrada se me quedó parada

al verte irte con Rafa;

el corazón me arde, me siento tan cobarde...

me pareció una estafa.

APRENDIENDO A BAILAR

APRENDIENDO A BAILAR

Opino que el amor anda de paso

hasta que encuentra un sitio en que posarse,

los guiños del destino de los vasos

son para enamorarse.

 

La vida me la juego a doble o nada

sobre el tapete al rojo de tu ombligo

donde mi mundo vive de acampada,

pues me sirve de abrigo.

 

Debemos saltar olas y saludos

del mar y de la gente puñetera,

debemos atar más fuerte los nudos

de nuestra primavera.

 

Aprendiendo a bailar...

 

Los bailes son los sueños apagados

al ritmo de una música encendida,

cinturas y cuerpos atolondrados;

comienza la partida.

 

Al centro de la pista quien se atreva,

al fondo bebedores y descansos,

seamos las luces en esta cueva,

vamos a hacer el ganso.

 

Propongo barra libre para todas

aquellas que me besen en los labios,

que paguen sus novios güisqui sin soda,

si están enamorados.

 

Aprendiendo a bailar...

 

Si quieres nos quedamos en la barra,

si quieres nos marchamos a otro sitio,

si quieres nos amamos en los baños,

lo haremos despacito.

 

La música es como un juego de niños,

susurra para hacernos más pequeños;

me gusta tu mirada con cariño

que me quiere sin peros.

 

Pongamos un final, por poner algo,

pero no acabaremos aún la fiesta,

movámonos deprisa como un galgo,

a modo de protesta.

Aprendiendo a bailar...

NO ME QUEDA MÁS REMEDIO

NO ME QUEDA MÁS REMEDIO

No me queda más remedio. No sé cómo acabó pasando aquello, pero el caso es que, en la mañana del dos de enero, ocurrió. Los pajaritos cantaban, las nubes se levantaban, mi perro me despertaba lamiéndome la cara para que le abriese la puerta de casa y poder salir a mear… hasta ahí todo parecía normal. Sin embargo, por hache o por be, aquel hombre llamó al timbre de mi casa mientras yo acababa de leer "El jubilado iracundo" de Javier Marías y escuchaba algunas versiones de "Sobreviuré" en Té la mà María (uno de mis blogs preferidos para la lectura matutina) y, por equis o por ka, abrí la puerta y le invité a un café. Era un tipo grande, no excesivamente alto, ni excesivamente gordo, pero tenía unos hombros enormes, tanto que casi pasaba por las puertas de lado. Se sentó en el sofá y yo me quedé de pie viendo cómo hablaba, pues no había dejado de hablarme en ningún momento. Él parloteaba y parloteaba y yo asentía como si le entendiese perfectamente, aunque andaba pensando en otras cosas y, la verdad, más que escucharle, le oía. Total, que al cabo de una media hora y dos cafés, le invité amablemente a marcharse de mi casa alegando que no necesitaba ningún tipo de enciclopedia sobre animales; el hombre hizo ademán de levantarse, pero sin conseguirlo, dado que estaba sufriendo un infarto mortal y, claro, al ser mortal, poco se podía hacer. Me dijo: “¡ayúdeme!” y le respondí: “¡pero si es un infarto mortal!”, gritó: “¡help me!” y espeté: “no hablo Alemán”. Y murió, con una mano en el pecho y la otra en el segundo tomo de la enciclopedia, el de los tiburones tigre (que son más peligrosos que los blancos, a veces). En ese momento, yo, que no estaba muy acostumbrado a que un extraño se muriese en mi sofá, solté un suspiro, no muy grande, más o menos así: ¡ais!; luego metí la mano en su chaqueta, cogí su cartera y las llaves de su coche y salí pitando de la escena del infarto. A los tres minutos de estar conduciendo a gran velocidad, vamos, a sesenta por hora en una urbanización donde el máximo es treinta, me di cuenta de que me había dejado la lavadora puesta y se me iban a arrugar las camisas, por lo que decidí regresar. Al entrar al salón me encontré a mi perro dándose un festín con el cadáver, no con él como comensal, sino como plato principal. Los enormes hombros del vendedor de enciclopedias habían desaparecido en las tripas de mi perro. No se me ocurrió otra cosa que decirle al chucho que siguiese y que no dejase ni las migas. Y así lo hizo, muy obediente él. Tendí la ropa y seguí con mi vida normal.

 

Días después, llamaron al timbre, pero no abrí.

 

Ya en marzo, me pararon por la calle unos policías y me preguntaron por un tipo grande que vendía libros. Yo me puse muy nervioso y no se me ocurrió otra idea que invitarles a mi casa a tomar un café, invitación que aceptaron con mucho gusto. Pero no me quedaba café, así que les serví unas cocacolas y empecé a contarles todo lo ocurrido. Se morían de risa, sobre todo, mientras narraba la merendola que se dio mi perro con el cadáver. Eso me molestó un poco. No es de buen gusto burlarse de alguien en su propia casa, en su refugio, en su hogar. Así que cogí un hacha que tenía a mano y les corté la cabeza. Pillé las llaves de su coche y me fui a toda pastilla con la sirena de policía sonando, ¡qué divertido!, pero recordé que era la hora de “Rebelde”, el capítulo 157, ¿recordáis?, ¿aquel en el que parecía que al fin llegaría el desenlace pero que luego no sólo no terminaban los problemas, sino que todo se enlazaba y enredaba más y más?, pues ése, y volví a casa a verlo. Al entrar en el salón, mi perro jugaba con una placa de policía sobre el sofá, no quedaba ningún otro resto de los dos hombres recién asesinados. Vi la telenovela y, después, seguí con mi vida normal.

 

A la mañana siguiente, llamaron al timbre, y abrí la puerta. Era una exploradora de ocho años con voz de pito que vendía galletas de menta para no sé qué viaje al Polo Norte; justo en el momento que iba a deleitarme con una cancioncita sobre castores y otros bichos de esos, ¡se la eché al perro! Y seguí con mi vida normal.

 

Un tiempo después, me dio por escribir mis memorias en un diario, y me puse a ello. Cuando terminé, guardé el diario en lugar seguro para que nadie lo encontrase jamás; cuál fue mi sorpresa al llegar hoy a casa y verte a ti, lector, leyendo mis memorias y descubriendo el pastel. ¿Ves a mi perro relamiéndose? Lo siento, amigo, ya te he dicho que no me queda más remedio.

NIEBLA

NIEBLA

 

Ayer era mañana, hoy será luego,

la cama será un guiño del pasado,

barrotes de talego,

la niebla del pecado,

espaldas apagadas

del polvo de las hadas,

del polvo de las hadas.

 

No quise, pero tal vez sí quería,

"quizás" es la palabra del deseo,

una Virgen María

desnuda en un tebeo,

desnuda en un tebeo.

 

No dices que no y no dices que sí,

no escuchas las mentiras de los hombres,

no saltas ni conmigo ni sin ti

y una pila de nombres

se ahoga en el cuaderno,

se ahoga en el cuaderno.

 

Porque sabemos ir tan de la mano

tan tibios, tan calientes, tan amargos,

tan pobres como un vaso sin cerveza,

tan ricos del azar de la pobreza

y tan enamorados

y tan ensimismados.

 

Y siempre se repite nuestra historia,

los que nunca compiten hacen tablas,

no les gira la noria

del viento a  rajatabla,

ni venden por los bares

sus penas por cien mares,

sus penas por cien mares.

 

Resulta baladí el "si tú me dejas",

te dejo ahora y aquí en este desierto;

los cuentos de Calleja

terminan por ser ciertos,

terminan por ser ciertos.

 

Podremos hacer noche en carretera,

podremos ser felices y ser tristes,

probar una de cal y otra de arena,

soñar mientras te vistes

que me atas con tus piernas,

que me atas a tus piernas.

 

Porque sabemos ir tan de la mano

tan tibios, tan calientes, tan amargos,

tan pobres como un vaso sin cerveza,

tan ricos del azar de la pobreza

y tan enamorados

y tan ensimismados

y tan anestesiados;

tan idos, tan venidos y encontrados;

tan juntos y a la vez tan separados;

tan puros y tan sucios del descaro;

y tan adolescentes

y adultos y hasta ancianos, tan cansados

y tan efervescentes

al agua de los besos apagados,

tan tuyos y tan míos, regalados;

tan tango y tan bolero; y, a bocados,

caballos alocados,

niños encapotados,

locos atolondrados

y cielos desbocados

se vuelven tan callados,

se vuelven tan callados...

SOLEDAD Y PERRITO

SOLEDAD Y PERRITO

Es posible que, durante el amanecer de un sábado cualquiera, la soledad encontrase a su amante, el perro. Es posible que juntos fuesen a ladrar al viento, a las nubes y a los noctámbulos que marchaban a su casa. La soledad, seguramente, se apellidase Desierto y el perro, por descontado, no tenía nombre de pila, por lo que Sole le apodó Perrito. Soledad y Perrito llegaron a parecer multitud, aunque nunca se hicieron verdadera compañía.

IMPROVISANDO

IMPROVISANDO

Improvisamos.

 

Durante la madrugada

bajo esferas de luciérnagas insomnes

y rayos intermitentes de automóviles

que hacían temblar nuestras sombras gemelas.

 

Improvisamos.

 

Hasta el tercer piso escondido,

encima de un colchón mudo de ansias

engordamos pasiones de jóvenes carnívoros.

¿Un cigarro? Prendimos la madera

cuando el blanco compra sudores

y los gemidos se vuelven sonrisas y guiños.

 

Improvisamos.

 

¿Me llamarás? Pasaron varias semanas

desde que la juventud maduró en dos cuerpos,

entonces un ring, silenciosa flecha, y decidimos

dejar la improvisación donde la esquina

juega a la papiroflexia

para dar paso a la memoria distraída

y arrancarnos, de nuevo, unas primeras caricias.

LA OTRA NOCHE

LA OTRA NOCHE

I

Despierte el alma el recuerdo,

tranquilo, lento, pausado,

de tus ojos;

que tu manzana no muerdo,

ni las flores han llenado

besos rojos;

 

que se me fueron los días

y se me ha escapado el aire

por tu amor;

que no recibo alegrías,

ni es de recibo el donaire

sin color.

II

Las cigüeñas han pasado,

desviadas de su rumbo,

por Chad hoy;

París, dicen, ha llorado;

ante el asombro me tumbo,

y así estoy.

 

Horizontal veo el viento

caminando hacia las nubes

de pasada;

desde mi cama me invento

que tú hacia mi cuarto subes

como un hada.

 

III

Nunca pasó lo que vino

ni llegó a pasar lo nuevo

de una vez,

nunca encontré mi destino,

mas pasé por Sarajevo,

guerras diez.

 

Sé que no existen miradas,

ni caricias sin tus manos,

cabalgando,

ni habrá mar sin tus pisadas,

sigo tus besos cercanos

deseando.

IV

Que tus besos están cerca,

tan cerca que se han pegado

como un sello,

como el tornillo a su tuerca,

o la horquilla deja atado

tu cabello.

 

Que los huesos se me calan

al tocar tu piel de avena

y avellana;

que por mis piernas escalan

cinco dedos de cayena

a la aduana.

V

¿Cuántas cosquillas dormidas,

bostezando en la mañana,

despertamos?

¿Cuántas sábanas vencidas,

que nos silbaban la nana,

arrugamos?

 

¿Qué fue del despertador,

de las horas de trabajo?

¿Se marcharon?

Fue que nos quemó el calor

y los besos a destajo

nos calaron.

VI

Fue tu miel de contrabando,

fueron tus uñas en guerra

con el hielo;

que nos fuimos acercando

hasta el centro de la tierra

y hasta el cielo.

 

Fue un invierno a bocajarro,

fueron bufanda, jarabe

y manopla;

fue el verano y fue el cigarro;

tanto fue que ahora no cabe

en mi copla.

SENTÁNDOME A ESCRIBIR

SENTÁNDOME A ESCRIBIR

Cuando quiero emborracharme,

 

elijo cuidadosamente un buen cuadro de fondo para la página de Word, de ésos que robé de alguna web (cuyo nombre no diré por que me sigan dejando entrar); después, entre palabra y palabra, entre comas y entre dedos en teclas y dedos en ratón, dejo que el vino o la cerveza, según el día, comiencen a fluir de la lengua al interior.

 

Y sí, a veces, me meto, casi sin querer, dentro de la botella

 

y me veo, de pronto, en un océano a la deriva,

chocando contra barcos de bucaneros

o veleros de enamorados;

 

otras veces no, siempre hay noches en que lo único que consigo divisar es mi dolor de cabeza en el espejo, entonces arrugo la botella y la lanzo haciendo canasta hasta la papelera,

 

junto a tantas y tantas palabras calladas.

PASO A PASO (Soneto Asonantísimo)

PASO A PASO (Soneto Asonantísimo)

Los pies dejan sus huellas en el suelo,

luchan dos ordinales contra un templo:

primero va el derecho y, por derecho,

segundo va el izquierdo y ya es primero;

 

será después el último el izquierdo,

el zurdo, el tuerto, el bizco en el manejo,

y ahora el diestro vuelve a ser siniestro,

que es sombra azucarada del infierno;

 

entonces, en el límite del tiempo,

cuando la rima sigue, verso a verso,

se paran y se escucha un gran silencio:

 

los dedos apuntando al firmamento,

las uñas ven cumpliéndose su sueño,

los pies han decidido darse un beso.

                                                                     

* El cuadro es de Susana Soto Poblette

¡GLUSSSP!

¡GLUSSSP!

Realmente no le resultaban soporíferos los documentales de La 2, de hecho, le encantaba ver imágenes de locos que acariciaban tiburones o echaban carreras a los guepardos mientras cosía los bajos a unos vaqueros o intentaba componer alguno de sus juegos de rompecabezas. Los puzzles nunca le gustaron, pero los dados con seis dibujos de los rompecabezas le pirraban; a su cachorro también, aunque el sabueso no intentaba conseguir el dibujo buscado, sino zamparse algún cubo como si de un hueso geométrico se tratase.

 

Ahí estaba aquella tarde, con un pijama estampado con mil gatos y su par de calcetines blancos preferido, jugando, acariciando a su perrito y viendo a los animales hacer el animalito por la tele, nada le hacía imaginarse el inmediato y fabuloso futuro que la esperaba en el baño de su casa. El documental era de Óscar, memorable, no quería dejar de verlo. Al fin, tras dejar escapar como quien no quiere la cosa un lustro de pedetes, se levantó para hacer un pisito y una cacota, fue corriendo, ya que en ese instante un tigre estaba a punto de ser aplastado por un hipopótamo enano - algo muy curioso, según decía el periodista -, y nada más entrar en el baño, justo al ir a pisar la primera baldosa de porcelanosa… ¡aaahhh! el suelo se convirtió en una especie de blandiblú que tiraba de ella hacia abajo, como si pisase arenas movedizas… ¡Glusssp!, se escuchó en todo el edificio cuando el suelo terminó de tragarse el cuerpo de la muchacha.

 

¿Qué había bajo el suelo?, ¿un país de maravillas con un conejo gigante y soldados-carta?, ¿el infierno con sus hogueras y sus tridentes?, ¿una nueva dimensión como a la que fue Javier Lázaro cuando se cayó entre metro y andén en una estación en curva?, ¿la receta de la coca-cola? Jamás lo sabremos (tenga en cuenta el lector que el suelo del baño sólo se tragó a nuestra protagonista, no al narrador, por lo que a éste le resulta imposible saber qué fue de la dulce muchacha). El pobre perrito, quien al oír el “¡glusssp!”, fue muy preocupado a ver qué le pasaba a su amiga, tan sólo encontró un baño vacío y allí quedó: solo en el salón de la casa y sin saber usar el mando de la tele para apagar aquellos malditos documentales. Eso sí, antes de morir agonizando de documentalitis, se dio un gran festín con todos los dados de los rompecabezas que había en la casa.

QUIERO GUIÑOS

QUIERO GUIÑOS

No es de playa la arena que me ciega,

ni es la Luna la que me hace soñar,

no es cerveza, ni es vino de bodega,

ni el parque de La Vega,

son tus ojos de mar.

Yo no busco tesoros escondidos;

yo no intento hacerte naufragar;

mucho menos prohibirte lo prohibido,

sólo en tu piel bailar.

 

Nunca quise un harén de cumpleaños

ni tampoco busqué la salvación;

no pretendo subir veinte peldaños

cuando pasen los años

hasta tu corazón.

Quiero besos robados a tus ojos;

quiero guiños picantes de nariz;

y estornudos de aquellos labios rojos;

quiero todo de ti.

 

Sabes bien que te quiero sin palabras,

sabes bien que en silencio digo todo,

todo eres tú: tus prisas, tu mirada,

la belleza, la noche, tus pisadas.

 

Yo no hago dibujos en la arena

ni castillos de cartas o papel

y no digo que tú seas mi sirena

ni mi copo de avena,

pero calmas mi sed.

No deseo que suban mis acciones

en la Bolsa del Día o Carrefour,

y no doy pena a la guerra en canciones,

porque no soy Mambrú.

 

No soporto aguantar cuarenta días

sin comerte el desnudo, sin beber

tus agüitas de mayo y fantasías,

tu ataque a mis manías,

mi batalla a tu fe.

Quiero sal que dé vida a mis pecados,

quiero ser tu capullo de alhelí,

y volar por las calles maniatados;

quiero todo de ti.

 

Sabes bien que te quiero sin palabras,

sabes bien que en silencio digo todo,

todo eres tú: tus prisas, tu mirada,

la belleza, la noche, tus pisadas.

COSAS DEL TRANSPORTE PÚBLICO

COSAS DEL TRANSPORTE PÚBLICO

Resulta que el otro día me encontré con Rapunzel, la de las greñas hasta los tobillos, en una parada de autobús, pues va la tipa y me suelta: "chache, me molan tus cachivaches". Mis cachivaches no eran otra cosa que una caja llena de material de oficina, sí, de la mía... ejem, ejem... de la exmía. Acababan de recomendarme para unas vacaciones indefinidas en la puta calle. Y allí estábamos los dos, de pie, yo con mi caja de cartón y ella rebuscando entre las paponadas que contenía mi caja de cartón. Cuando llegó el autobús, ella dijo que me invitaba a un café y, todavía pensando en que ya podría haberlo dicho antes de estar un cuarto de hora esperando en la parada, acepté encantado. Rapunzel era un poco tonta, la verdad, se creía una princesita viviendo un cuento de hadas y dragones; además tenía la voz de pito, casi casi estrepitosa, pero, bueno, cuando me agarró del brazo y me empujó suavemente para que entrase con ella a su portal, hice oídos sordos a sus gritos, y la seguí. Ya dentro de su apartamento, me invitó a unas patatas de bolsa y a una cocacola... A la mañana siguiente me largué antes de que despertase llevando en mi mano un mechón de su pelo.

Mientras esperaba en la parada de autobús, aparece una tal Cenicienta y me pregunta si no tendré en mi caja de cartón un zapatito de cristal, le digo que no creo, que lo busque si quiere y, como quien no quiere la cosa, acabamos descalzos en la cama de un hostal haciéndonos cosquillas en los pies, y en los labios. Al día siguiente, dadas mi negativa a pagar la cuenta y su falta de dinero, me marcho a la parada de autobús mientras ella se queda fregando los suelos.

El maldito autobús seguía sin aparecer y en esto aparece la Bella Durmiente bostezando y se desmaya en mis brazos. Le di un par de tortas en las mejillas para que despertase, pero no había manera, así que, como era delgada y no pesaba mucho, me la llevé en brazos hasta el parque, allí la tumbé y, recordando el cuento, le di unas cuantas cosas más que un beso, para que despertase de todas todas. Y así fue. De hecho, no sólo despertó ella sino también sus deseos de pasar varias noches en vela a mi lado y, bueno, como soy tan caballeroso, pues no pude negarme. Tras la séptima noche en vela, tuve que echarle un par de valerianas en el vino para que se durmiese y me dejase marchar.

Bostezando estaba yo en la parada de autobús, de nuevo, cuando una muchacha me susurra al oído que quiere ser manzana para mi boca. Y así pasé una mañana y una tarde junto a Blancanieves y sus... blancas nieves.

Agotado por tantas chicas hermosas y fogosas, decidí coger un taxi para llegar a casa, cuál no sería mi sorpresa cuando me doy cuenta de que está sujetando la puerta del taxi una señora de muy buen ver y me pide compartir el viaje. Ya con el vehículo en marcha, me cuenta que ella es la jefa de mi ex-jefe, la Presi, que le acaba de despedir y que quiere que yo ocupe su puesto. Miro los ojos de esta Hada Madrina, intentando adivinar la razón que le habría motivado a hacer eso, pero no puedo evitar que mi mirada baje hasta su escote, ella se da cuenta y, excitadísima, se lanza sobre mí y me pide que le haga... unas carreras en sus medias. En fin, ahora soy el Vicepresidente de la empresa, sólo por debajo de ella (aunque a veces por encima) y me he comprado un piso enfrente de las oficinas, para no tener que volver a utilizar el transporte público.

Pues resulta que el otro día, mientras cruzaba la calle...

EL PASO HERIDO, DE DIEGO JEREZ

EL PASO HERIDO, DE DIEGO JEREZ

Sabía que la primera publicación de Diego Jerez era inminente, así que le envié un sms felicitándole y excusándome por no poder ir a la consiguiente presentación del libro debido a que Almería, su tierra, me pillaba un poco lejos. Dieguito, siempre tan amable conmigo, me contestó: "Tranquilo, Cerro, por ti soy capaz de presentar en tu ciudad y hacer que mis parientes, amigos y fans se hagan unos seiscientos kilómetros de carretera". Y así fue como Diego Jerez, el de Almería, dejó con los dientes largos a su Mojácar y presentó su libro El Paso Herido en mi Toledo, justo al lado de la Catedral, lugar donde le dio el punto de apacar su choche. En fin, cosas que tienen los buenos amigos... vamos, que me tocó ir al recital.

La presentación estuvo muy pero que muy bien, en especial los vinitos y la suculenta cena a la que nos invitó tras ella; también disfruté mucho junto con Pokito y Pakito leyendo varios poemas de otros autores que no eran Diego y charlando con la gente tan maja y salá que allí se congregó (un beso a cada uno). Lo pasamos de miedo, la verdad. No veáis qué risas cuando al ir con Diego a montar a su coche, éste, como si de un verso corregido de un soneto se tratase, había transmutado en pegatina de "Grua".  

En cuanto al libro, bueno, ¿qué queréis que os diga? Opté por robarlo y hacer que el autor me lo firmase, que nunca se sabe lo que un libro autografiado puede llegar a valer en Ebay. Vosotros sed buenos y compradlo, es de la Biblioteca CYH.

Aquí abajo os dejo dos magníficas muestras de las manitas y el corazón que tiene Diego Jerez, comprobaréis al leerle por qué no me hace falta hablar sobre su libro o sobre la alegría que siento al ver que le han publicado, ¡que ya era hora!

 

ESCRIBO A MEDIA LUZ                 

Escribo a media luz, a medio aliento,

a medio paso de tu imagen clara,

y cierro los ojos para no verte.

Y así te sueño a oscuras, y te invento

distante al ruego de mi voz avara,

dormida y misma, pero sin tenerte.

 

Escribo a media lágrima del llanto,

a media vida casi, a media muerte,

temiéndote alejada de mis horas...

y susurro a veces - ¡te quiero tanto! -,

entonces temo que tu voz despierte

y pregunte - ¿Cariño, por qué lloras?

 

  LA INVITACIÓN

¿Quieres pasar? La noche está callada...

Escucha el leve son de nuestro aliento

y el beso que promete sobre el viento

la muda excitación de tu mirada.

 

La sed la ha de calmar la madrugada.

Quitémonos la piel de puro intento.

- Los dos sabemos que éste es el momento. -

Hagamos el amor... no digas nada.

 

 

 

 

                                  

 

SOBRE EL PAYASO

SOBRE EL PAYASO

EL PAYASO

El payaso tapa su nariz para no oler el mal humor del señor con bigote; tapa su nariz con una bola para no tener que doblar esquinas y poder rodar por los pueblos sin cansarse; pinta su nariz de rojo porque la sangre le hierve en las venas y el corazón le late fuerte a cada mirada infantil y a cada sonrisa. El payaso no esconde su cara en pintura, simplemente, tiene cara de payaso. El payaso es más calvo que cualquier calvo, por eso se riza los pelos de la peluca.

LA INICIACIÓN DEL PAYASO

Pidió unos pantalones de su talla, aquellos que le habían dado eran enormes; recibió un par de zapatos XXL y una patada hasta el centro de la pista, donde cayó de bruces. Todos rieron. Muchos aplaudieron. El payaso se sintió feliz, aunque algo dolorido.

EL PAYASO TRISTE

Tenía pánico al agua. Fobia. Desde pequeño, siempre le dio miedo ahogarse. A sus cuarenta y siete años debía meter su cabeza en un cubo lleno de agua, sacarla, meterla en otro cubo lleno de agua, sacarla, meterla en otro cubo lleno de agua... Cuatro sesiones al día, seis días por semana. La gente pedía a gritos su actuación. Era un payaso triste.

EL PAYASO ENAMORADO

No se enamoró de la mujer barbuda, sino de una camarera que estaba buenísima. Se arrodilló y le pidió matrimonio. Ella rió y rió y, tras caerse al suelo de la risa, colocó una moneda en la misma mano en la que él sostenía un anillo.

EL PAYASO FUGITIVO

Un día entró un payaso vestido de blanco en un banco, sacó una pistola y vació la caja y las carteras de las cajeras. No era un payaso de los de toda la vida, tan sólo un desempleado al que la seriedad de su mujer y las tripas hambrientas de sus hijos habían convertido en payaso armado, ¡qué risa!, y fugitivo de la justicia (¡qué risa!). Su mejor chiste era el de la pistola que hace "¡pan!" y el hecho de que la usaba por comprar pan.

EL PAYASO CARATARTA

Nació con cara de tarta y no pudo hacer otra cosa que seguir su destino. Le llovían tartas de fresa, de melocotón y de queso. ¡Plaf!, ¡plaf plaf plaf! No necesitaba pintar su cara, pues las tartas ya le dejaban hecho un cuadro. Para más inri, era diabético.

LA MUERTE DEL PAYASO

Lo enterraron dentro de un ataúd con forma de ele, para que le entrasen los zapatos. En sus manos, una flor que no echaba agua y una trompeta muda. Tal vez la nariz roja de pega evitaría los olores del silencio.

FÍJATE EN LA CERROLAZADA

FÍJATE EN LA CERROLAZADA

Tu verdad no; la verdad

y ven conmigo a buscarla.

La tuya, guárdatela.

Antonio Machado 

Fíjate, que no recordé que María era María, que su padre era Kito ni que tenía nombre de galleta; tan sólo recordaba su sonrisa de noche estrellada y las líneas de vida en sus mejillas. Conté hasta cinco Alicias y charlé más que nunca con la única que hace vivir en un país de maravillas a César (y a Jorge, Alejandro y César, por descontado) a quien, junto con Óscar (organizador del evento con Ana y David) y Guillermo, no sé por qué - quizás por haber jugado tanto con sus Madelman de pequeñito - siempre distingo. También distinguiría, aun con las luces apagadas y los oídos tapados, el cielo y la hierba en los ojos de Celia, sobre todo cuando mira a su Alfredo y a sus rubios Carlos y Miguel, y la voz dorada de Ana, aunque debo reconocer que a ésta alguna vez la he llamado al revés, es decir, anA. Por fin he sabido que Asunción se llama en realidad Susi, pero sus hijas, Ana y Elena, le llaman Mamá, Asunción es solamente un aumentativo cariñoso del carnet de identidad (éste, a su vez, se llama en realidad DNI). Espero que Marisa me perdone el haberle saludado sin saberlo, sé que lo hará - Pablo, Laura y Gemma, please, decidle que lo haga -, como también sé que llegada cierta edad, hay personas, que no tienen por qué llamarse Lorenzo, que, al ver que una de sus hijas, que no tiene por qué llamarse María, se ha hecho un piercing chulo chulo, le dan el chándal a su preciosa mujer o a su preciosa segunda hija, que no tienen por qué llamarse Elena o Celia, y comienzan a usar vaqueros (jejejé). De Iñaki hoy no pienso decir nada porque hizo que sus hijos, Iñaki y Javier, hijas, Nuria e Irene, y sobrinos me diesen una minipaliza. Montse, por favor, a tus nietos, cuando vayan a comer a Plaza Castilla, les das un beso de mi parte, se lo merecen por tener una abuela como tú.

Fíjate, que todavía pensaba que Matilde trabajaba con Óscar y, la verdad, Mati, no entiendo cómo dejas que mi padre estudie idiomas en academias distintas a la tuya; ¡Sergio, por favor, dile algo a Tío Gonzalo! Hoy Alberto me ha hecho ver que el jamón york con puré de patata puede ser una delicia si le unes una salsa con champiñones y fórmula secreta y llamas al plato algo así como Jamuá deputurrú defoia comparís sangermain supercalifragilístico espialidoso. También descubrí que la tarta de chocolate de los cuentos existe; y lo diré por todos, ALBERTO, ¡TE LO HAS CURRADO, GRACIAS! ¡FUNDICIÓN, NOS ENCANTAS! Jaime Cerrolaza es mi sobri, pero tan grande es su mirada que nació un mes antes que yo, por eso es mi primo y Ruth mi prima y su hijo, que no toca un tambor de hojalata, tiene ojos de espuma de mar y una tiíta llamada Candela que duerme como la Bella Durmiente en los brazos de Charo (como Charo es prima de Susi, también tiene un aumentativo: Rosario); Jaime, digo, recopiló y pinchó la música de los años de la primera generación o, como mucho, de la segunda y resultó curioso ver bailar y cantar esas canciones a la tercera generación. Yo hubiese preferido, al igual que Javier, un chaval bien majete que quiere ser Médicodoctor y además cirujano y además campeón de póker con trucos de magia incluidos para ganar a su hermano Jaime (primo del Jaime anterior), que nos hubiesen puesto el Highway to hell de los Acedecé o de los Eisidisi, que nunca sé como se dice, pero bueno, me encantó ver bailar a Josefina, cada día más joven,  y a ................................... (poned aquí vuestro nombre quienes bailasteis), mientras charlaba con Alfredo sobre el cuento de la buena pipa. No recuerdo el nombre del marido de prima Carmen, sé que tenía cara de Carlos (por Carlomagno, digo), aunque no estoy seguro, pero sí me fijé en que su Alicia, tan rubia ella, y su Miguel, tan moreno él, disfrutaron con el baile. Con Alfredo (primo) y Marta, con Javier y Sol y con Jorge y Carmen casi no he hablado, pero el hijo de éstos, Juan, me ha sabido enseñar dónde estaba en el Árbol Genealógico; ¡Carmen y Daniel, por favor, parad quietos un segundo! - decía Sol -, tenéis que salir con cara de buenos en la foto de vuestra generación, decid patata... Ana, la madre de ese futuro Médicodoctor, llegó tarde, pero tío Alfredo ya me contó el aprecio que la tiene por tantas cosas, aunque, claro, Alfredo es una persona que habla bien de toda la familia - y con esto no quiero quitarle mérito a Ana, que, por cierto, no me trajo cordero segoviano en un tapper ware, como yo esperaba, ni su Jaime tampoco, como yo esperaba; sí, sí, esperaba dos corderos en tapper, ¿no habéis visto mi barriga? -, decía que Alfredo nos tiene en buena estima, y más hoy, que al fin veía cumplido su sueño de juntarnos a todos en un patio que recuerda, como él bien dice, algunos artículos de Azorín. Debemos parar un momento aquí a darle las gracias a la excelente persona que les prestó una casa en La Granja en 1960 a Alfredo y Kito para que sus hijos no pasasen el calor madrileño de ese verano.

Momento de parón para agradecer...

Fíjate, que me dejo algunos labios y pares de ojos de hijos y nietos Cerrolaza Aragón, lo sé, pero como casi todos han bailado, sus nombres estarán escritos más arriba.

Fíjate en Tía Mati, Tía Matu, Tía Matilde; ahí donde la veis, se sabe de a las fechas de nacimiento de todos los que allí estuvimos, y no sólo las de nacimiento, sino también las de cumpleaños. Elegante donde las haya, lucía un juego de blusa y pantalón salmón muy bien combinado con unas deportivas azules Camper, para poder perseguirnos y darnos con ellas si nos portábamos mal. No había ninguno, segunda, tercera o cuarta generación, que no supiese quién era ella. Por eso tiene tantos hijos, pero mejor, porque puede malcriarnos y darnos caramelos, que ya sus hermanos se encargarán de regañarnos. Y, para que quede bien claro y no me vengáis luego con confusiones: soy su sobrino preferido (Laura puede que sea su sobrina preferida, pero, por cuestión de género, no puede ser su sobrino preferido, jejejé).

Fíjate, que María y Marta, las hijas de Irene, se parecen a Irene, y deben alegrarse por ello, así saben que en unos años van a ser más guapas, si cabe. El que no cabe en cualquier parte es el novio de María, tan grande como simpático y agradable (y a quien diga lo contrario, me lo chivo a ese tiarrón). Jorge, el hijo de Irene, tapaba con una gorra el corazón, lo tiene tan grande que, a veces, se le sale por la cabeza. ¡La ambulancia!, ha faltado una ambulancia para Alberto, ojalá no haya que amputar, y más ojalá no le siga doliendo el pie a estas horas. Álvaro me contaba que sigue la línea de los Jaimes de la familia, aunque viendo mi naciente calva, opino que más bien esa línea es de los Cerrolaza. No escribiré que Rosa es una flor para no caer en redundancias, valgan o no, o sí lo escribiré: Rosa es una flor hecha mujer y sus dos hijas son dos florecillas hechas chiquillas. Y no nos olvidemos de Carmen, sí, sí, esa mujer formal que trabaja en Hacienda y luego se convierte en Kika y no para de reír y hacer reír y mover el esqueleto. Tío Alberto no es sólo una canción de Serrat, es un crack, pero no el del 29, y lleva en las bolsas de sus ojos piruletas de menta para tía Carmela, quien estuvo, seguro, y lo pasó pipa hoy más que nunca.

Fíjate, que Tío Antonio andaba por Panamá (cerca de José Ángel que estaba en Perú, creo, y al lado de Eva que vive en Panamá, creo) y se perdió a tía Alicia más guapa que nunca, más contenta que nunca y tan fantástica como siempre; también tan olvidadiza como de costumbre, esta vez perdió sus gafas. Manolo se está dejando crecer el bigote de nuevo y le ha dado por decirle a su sobrino Pablo que me diga que no coma tanto, Pablo no le hace caso y me anima a zampar y como es un niño tan salao, pues yo le hago caso. Javi ya es un Macías Cerrolaza y Cristina debería salir en el Árbol Genealógico, aunque sólo sea por aguantar a David y por esas preciosas pestañas que quitan el frío de enero. ¿Qué puedo decir de Carmen y Aurora?, si son casi mis hermanas mayores. Lo que puedo hacer es contarles que hoy su hermano José Antonio no ha cantado el Adeste Fideles (¡al fin!). Y, bueno, David, más conocido como Primo Larry (¿alguien recuerda la teleserie Primos Lejanos?), sólo puedo decirte que tengo perro y tú no, jajajá jajá.

Fíjate, que a mi padre, Gonzalo padre, lo recordaba más serio en estos eventos, la vida de jubilado y el hecho de que ya casi se haya deshecho de sus dos hijos le han vuelto más sonriente (eso que se cuenta del nido vacío y el llanto por la marcha de los vástagos es un mito, los que sois padres lo sabéis). Durante dos horas de ida y dos de vuelta, el señor encorbatado que explicó Griego a sus alumnos durante años ha ido tarareando canciones de Iron Maiden, de Nightwish, de Metallica y de Mari Trini y los Panchos. Rodrigo y Alicita, digo, Alicia, son inseparables desde hace años, pero más aún desde julio; les habréis visto felices, ¿verdad?, pues más feliz estoy yo desde que me trajeron una caja llena de galletas sin sal de Noruega, que están más ricas que el salmón. Alicia, me dicen, se parece mucho a mi madre, Carmen, que también andaba por allí en boca de Alfredo, quien la conoció sólo una hora después de que naciese. Mi madre no era de mucho bailar, y mi padre menos, así que yo he salido "zurdo de los dos pies" (¿se dice así?). Sofía, que sí que sabe bailar (y no sabéis cómo) tenía hoy clase de un Máster (del Universo) que está haciendo para ver si consigue un supertrabajo y me mantiene; allí en el curso o aquí en La Granja, sé que estaba tan hermosa por dentro y por fuera como siempre la he visto, como siempre ha sido y será. Jano, mi cachorro, lo ha pasado chachi piruli en Toledo, como estaba solo en casa, ha invitado a unos amigos y se han inflado a beber agua, comer pienso y ladrar a diestro y siniestro. Y yo, ¡bah!, ¿para qué voy a llenarme de elogios y piropos a mí mismo aquí, si puedo hacerlo de cabeza, que me oigo, y no tengo que teclear?

Fíjate, que el tío Javier no se reconocía en una foto de 1974, la de las bodas de oro de Ángel Cerrolaza y Carmen Asenjo (los culpables de todo); se reconocerá en las vidas de las madres a las que ayudó a serlo como Médicodoctor, que son muchas en nuestra familia. Queca se ha contoneado al ritmo de las canciones que bien podría habernos cantado mientras su hijo Javier tomaba un pacharán y Silvia se negaba a atender al herido Alberto porque no tenía chichi. Nico va a ser papá en breve (¡felicidades!) y Eva creo que vive algo lejos de La Granja y algo cerca de Latinoamérica.

Fíjate, que tío Jaime no se ha traído a Canelo para que no se zampase los aperitivos, Jaime, aunque no lo diga, se preocupa mucho por mí; Jaime, aunque no diga nada, atrae con su barba a los más peques, que se quedan anonadados mirando esos ojos que tiene bajo dos cejas que son caminos a la tranquilidad; Jaime, sin decir ni mú, sabe hablar con cualquiera, no necesita dar sermones cuando debe corregirnos, ni aplaudir cuando llega el momento. Érika y Laura son de la segunda generación, pero tan altas o más que los de la tercera. Laura (¡felicidades Licenciada!) se va en Octubre a Lituania a jugar al baloncesto con Sabonis y Érika anda entre los Madriles y La Mancha, entre Marroquíes y Rumanos, entre la frustración por las formas de maltrato que no comprendemos y la alegría de saber que el poquitoapoco sirve de algo (y fíjate, que va a traducir mis poesías a tres idiomas, lo dejo aquí escrito para que no se le olvide, por cierto, prima Matilde, si te animas a traducirme algunas al Alemán, te pagaré con un montón de sugus de piña, y los que sepáis otros idiomas, que sois muchos, lo sé, no tenéis más que pedirlo por favor y os dejaré traducir las que queráis). Ángeles es de la primera generación y más alta que los de la tercera y con mejor sonrisa y con abrazos que saben a té (que sepáis que también soy el sobrino preferido de Ángeles, bueno y de Alicia, y lo sé, lo sé, yo también me adoro, si yo fuese tío mío, también yo sería mi sobrino preferido). Ángeles, que es docta en estos temas, diría que a este escrito le falta un buen final, y...

Fíjate bien, que seguro que lo dirá.

Notas cerrolacianas informativas:

- Si queréis saber más de los Macías Cerrolaza, los Cerrolaza Molina y los López Cerrolaza, leed más abajo Empacho de Gallinas Salvajes y su continuación, Las Brujas de las Gallinas Salvajes.

- Si lo que queréis es ahondar en el conocimiento sobre los Cerrolaza Gili, leed el cuento titulado La Enredadera.

- Tengo un borrador de un relato sobre mi Tío Alfredo, pero me vienen a la cabeza tantos buenos momentos de conversación con él, que nunca lo termino. Tengo otro más sobre los tíos mayores y no por ello menos jóvenes. Ambos próximamente en Ediciones Cerro.

- Sé que los de Alfredo van delante de los de Kito, pero María va la primera de todas para que su nombre no se me vuelva a olvidar.  

- También sé que todos somos Cerrolaza, pero sólo yo soy Cerro, Cerrolaza para los amigos, Cerrotazas o Cerrolatas para los más amigos. Y sí, me agencié el apellido de gratis.

- La foto es de unas zarzas, porque Cerrolaza significa... 

- Los comentarios en el blog se agradecen. No olvidéis que 2 + 2 son 4.

PASADO FUE Y HOY ES DUDA

PASADO FUE Y HOY ES DUDA

Pasado fue y hoy es duda
para dos desconocidos en el vagón, tan juntos
como perdidas bailan sus miradas
desde un libro hasta unas piernas,
desde un despertador hasta el hambre en el estómago.

Tiemblan las rodillas ante el deseo
en el desayuno con zumo y periódico:
la sopa de letras termina con tu nombre a cada línea
y el sudoku marca siempre tu número.
Mientras, solo, nuestro cachorro muerde tu ropa
y juega a ser el rey de las mesas y a armar los muebles de Ikea,
porque sabe que uno vale siete y la vida es corta.

El traqueteo invade los cuerpos,
nadie mira cara a cara, pero observan;
el día ya se ha puesto, se nos pasó la parada,
y no importan unos minutos de retraso bajo la Luna techada,
sobre estrellas que suben escaleras mecánicas.

Pasado fue y hoy es sólo un ticket
para llegar a la salida agarrados de la mano.

¡QUE NO SE OS ESCAPEN LOS SUEÑOS! XX (más o menos)

¡QUE NO SE OS ESCAPEN LOS SUEÑOS! XX (más o menos)

Como las cosas malas de esta vida provienen siempre del cielo, a Pablo lo encontré en Murcia, colorado por el sol, cambiando una bombilla en el centro de una huerta. Iba corriendo a su lado Tinto, su mejor amigo, ladrando una canción de Serrat. Después de enroscar y enroscar, la luz se hizo sin que Pablo dijese "hágase la luz" ni nada por el estilo, le bastó con sonreír.

Ha pasado el tiempo y ahora son cinco en la familia, nuevos biberones, nuevos primeros pasos, nuevas alegrías y nuevas futuras adolescencias y preocupaciones de los padres cuando la niña o el niño, la chica o el zagal, lleguen tarde a casa un fin de semana. Ha pasado el tiempo y hace meses que no hablamos ni compartimos unos pitis en Granada con Merche, María José, Javier, Carlos, desde su izquierda, o Diego, algo más a la derecha. Ha pasado el tiempo, y ya no comentamos por msn lo bueno que fue el último relato de nuestra Espuma, cómo nos llegó al corazón la última poesía de Perseida, si nos ha llamado algún editor con secretaria incluida para tomarnos el pelo o lo divertido que fue celebrar dos días por semana el cumpleaños de Pokito. Ha pasado el tiempo y sigue pareciendo ayer, porque fue ayer, pero también parece un siglo y, a veces, sólo a veces, sobre las seis y pico de la tarde, nos vemos en sepia de foto en blanco y negro en un baúl que no cierra, pues anda lleno de recuerdos. Ha pasado el tiempo y Pablo no cambia bombillas, que ya puede hacerlo su hijo, tampoco arregla jarrones, no nos sentimos angustiados por su culpa ni somos héroes en África; ahora nos dedicamos a asuntos más importantes, como asesinar a poetas en un burdel o encontrar unos labios en mitad de ningún sitio. Además ha pasado el tiempo - por si no os lo había comentado aún -, y parece que la vida ya no pasa tan veloz en su Ferrari rojo y que las sopas calientes no terminan de quitarnos el frío; parece que nuestro Sereno, tan ebrio a ratos, no es solamente un tiarrón con sonrisa de niño, sino un poeta de la hostia; incluso, parece que Pokito al fin ha llegado a la pubertad. Ha pasado el tiempo y no he vuelto a tener una cabaña como la que construí con mi primo David para que no se escapasen los sueños y no hemos vuelto a tener un lugar como el primer Atramentum.

La dejadez que me empapa no vino del terremoto del domingo, sino que cayó del cielo, como tantas y tantas otras cosas malas. Hoy nos leemos en silencio, un saludo algunos días, un deseo, un "nos veremos", poco más. Tampoco nos hace falta que ese poco se convierta en mucho, porque sé que Pablo está ahí, sabemos que los demás siguen ahí día a día, y para recordarnos no tenemos que escribir frases elocuentes ni sentidas en plan el día de la amistad o "hágase en amor en la tierra" ni nada por el estilo, nos basta con sonreír.

¡QUE NO SE OS ESCAPEN LOS SUEÑOS! XVI

¡QUE NO SE OS ESCAPEN LOS SUEÑOS! XVI

XVI (Lo sé, lo sé, éste es de hace un tiempito, pero es que ando algo vaguete este verano).

Como las cosas malas de esta vida provienen siempre del cielo, escuché la voz de mi pareja desde el piso de abajo. Sus jadeos llegaron de arriba, del dormitorio, estaba con otro tipo. Al verme en la puerta, mirándolos, callado, se quedó inmóvil. El tipo cogió su ropa desperdigada por el suelo y salió de la habitación y luego de la casa con el rabo entre las piernas. Ella estaba tan bonita, desnuda, despeinada, sudorosa, caliente, que no pude resistirme y le hice el amor con frenesí.

Encendí un cigarrillo. No dije nada. Ella tampoco. Disfrutamos el momento como si nada hubiera pasado, sólo aquel magnífico instante de pasión desenfrenada que hacía años teníamos a diario y que se había ido apagando como una vela se consume por el paso del tiempo. Acabado el pitillo le dije: “Gracias, cariño, me has devuelto a la vida”. Y ella me respondió: “Lo sé, lo he notado, amor”.

A veces hay que bajar del cielo para subir a la tierra. A veces hay que odiar para volver a amar.

EL INFIERNO ESTÁ LLENO DE BUENAS INTENCIONES

EL INFIERNO ESTÁ LLENO DE BUENAS INTENCIONES

Anoche vi un dragón sobrevolando el campanario. Tenía mil patas, siete cabezas y muy malas intenciones. De repente, dos de sus catorce ojos se fijaron en mí y, en un pestañeo, tenía al dragón en mi terraza observándome. Con siete voces aterradoras a coro me dijo: "Me llamo Mundo". Así que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el Mundo está lleno de malas intenciones.