SOBRE EL PAYASO
EL PAYASO
El payaso tapa su nariz para no oler el mal humor del señor con bigote; tapa su nariz con una bola para no tener que doblar esquinas y poder rodar por los pueblos sin cansarse; pinta su nariz de rojo porque la sangre le hierve en las venas y el corazón le late fuerte a cada mirada infantil y a cada sonrisa. El payaso no esconde su cara en pintura, simplemente, tiene cara de payaso. El payaso es más calvo que cualquier calvo, por eso se riza los pelos de la peluca.
LA INICIACIÓN DEL PAYASO
Pidió unos pantalones de su talla, aquellos que le habían dado eran enormes; recibió un par de zapatos XXL y una patada hasta el centro de la pista, donde cayó de bruces. Todos rieron. Muchos aplaudieron. El payaso se sintió feliz, aunque algo dolorido.
EL PAYASO TRISTE
Tenía pánico al agua. Fobia. Desde pequeño, siempre le dio miedo ahogarse. A sus cuarenta y siete años debía meter su cabeza en un cubo lleno de agua, sacarla, meterla en otro cubo lleno de agua, sacarla, meterla en otro cubo lleno de agua... Cuatro sesiones al día, seis días por semana. La gente pedía a gritos su actuación. Era un payaso triste.
EL PAYASO ENAMORADO
No se enamoró de la mujer barbuda, sino de una camarera que estaba buenísima. Se arrodilló y le pidió matrimonio. Ella rió y rió y, tras caerse al suelo de la risa, colocó una moneda en la misma mano en la que él sostenía un anillo.
EL PAYASO FUGITIVO
Un día entró un payaso vestido de blanco en un banco, sacó una pistola y vació la caja y las carteras de las cajeras. No era un payaso de los de toda la vida, tan sólo un desempleado al que la seriedad de su mujer y las tripas hambrientas de sus hijos habían convertido en payaso armado, ¡qué risa!, y fugitivo de la justicia (¡qué risa!). Su mejor chiste era el de la pistola que hace "¡pan!" y el hecho de que la usaba por comprar pan.
EL PAYASO CARATARTA
Nació con cara de tarta y no pudo hacer otra cosa que seguir su destino. Le llovían tartas de fresa, de melocotón y de queso. ¡Plaf!, ¡plaf plaf plaf! No necesitaba pintar su cara, pues las tartas ya le dejaban hecho un cuadro. Para más inri, era diabético.
LA MUERTE DEL PAYASO
Lo enterraron dentro de un ataúd con forma de ele, para que le entrasen los zapatos. En sus manos, una flor que no echaba agua y una trompeta muda. Tal vez la nariz roja de pega evitaría los olores del silencio.
7 comentarios
belen -
Cerro -
Un beso.
Lau -
Un besazo
Cerro -
Un saludo.
Cerro -
Äfrica -
Sé lo que es eso. Y sé que se puede.
Muchas gracias por acercarte a la leonera. Y no me extraña que te hayan gustado los poemas recitados, es que Alma tiene una voz para eso!
Gracias!
Un saludo.
Äfrica
Té la mà Maria -
saludos de tus amigos de Reus