DE LA CABEZA A LOS PIES
Eche un piñón, dos almendras,
media cáscara de huevo,
una avellana y dos pepitas de sandía.
Ya tenemos su boquita,
los ojos - elija el licor que coloree las almendras a su gusto -,
la nariz y los lunares
y, del huevo, la barbilla;
receta de una mujer
de la cabeza a los pies.
Machaque pelos de un coco
con cáscara de melón,
teñiremos su cabello
con yema de huevo al sol,
o bien con pimienta negra
o con rojo pimentón.
Eche tres plumas de cisne
que, suaves, crearán su cuello,
desmenuce un aguacate
para el tacto de sus hombros;
los brazos, los antebrazos
se harán con masa de plátano
y fresón.
¡ay, las palmas de sus manos!:
mandarinas y papayas;
y la piel se hará de aceite…
mmm... de girasol.
Los pechos se harán al gusto,
pero no podrá faltar
el sabor de las cerezas
ni el azúcar de un helado
de turrón.
El ombligo es cosa fácil:
una rosquilla de anís,
diminuta, agazapada,
temblando para no desmenuzarse,
como esperando la nieve de enero.
Receta de una mujer
de la cabeza a los pies.
Use luego la ternura
de un buen cordero lechal,
tendremos los firmes muslos;
¿las rodillas? Eche un par
de níscalos maduritos;
¿los tobillos? Ponga huesos
de melocotones rojos
con su piel tan fina y tersa
alrededor;
La dorada es por su carne,
firme, blandita a la vez,
tendremos ya los gemelos;
sólo nos faltan los pies
- y no, estimado lector,
aquí no hablaré del queso
de Roquefort -,
los pies se harán horneando
dos berenjenas sin piel,
una pizca de limón
y sémola de maíz;
receta de una mujer
de la cabeza a los pies.
Me dirán: “¿y el corazón?”,
miga de pan de chapata,
aunque falta ese toque de locura,
esa enorme sensatez,
esa fuerza de diamante
y esa mirada que mata
y, a la vez, te hace vivir.
Eso, estimado lector,
debe ser una gran secreto
guardado por abuelitas,
como mapa de tesoro
de corsarios y piratas,
porque no encontré receta
que componga a una mujer…
de la cabeza a los pies;
y, sin embargo, encontré
una mujer a mi lado,
que completa mi receta,
y que cocina en mi cuerpo
sólo con pensar en ella,
el sentir que soy feliz
y el saber que estoy completo,
de la cabeza
a los pies.
9 comentarios
Lurdena -
Cerro -
Lurdena -
¿Me dejarías publicarlo en mi blog para que mis lectores y amigos te conozcan?
Cerro -
Es un gusto volver a veros, Espumilla, Perseida y Comella. Y también lo es verte por aquí, César.
Abrazos.
Comella -
Un fuerte abrazo :)
Perseida -
Mil besos Cerrolatas, ya era hora que volvieras...como te vuelvas a ir..te doy de collejas! ;)
Besos, desde el Sur.
P.D. ¿Era blanca, no?
César Noragueda -
He estado un tiempo sin conexión a Internet y ahora he leído el mensaje que escribiste en mi página. Gracias por el comentario.
Seguiré echándole vistazos a tu web.
¡Un cordial saludo!
César Noragueda
Espuma -
la nieve sigue siendo blanca... ¿nooo?
Espuma -
me quedé con ganas de más.
es un poema muy hermoso, de veras...
espero que me recuerdes... pero si no, es igual.
abrazos.
lo mismo te acuerdad cuando te diga...
¿Dónde está mi falda rosa?
la robaste, zascandil,
allá por el mes de abril
y de una forma mañosa.
mi falda rosa yo quiero,
que era de gasa y de seda
y si Cerro se la queda
yo de la rabieta muero.
ande andarás, badulaque ;)
chao.