NOCHES DE TESOROS
Un loro lo acompañó
en sus viajes llenos de aventuras
por los bares de todo Madrid.
Noches de vino y pasión
brindando con jarras y con cubas
con un fresco olor a carmín.
Vio en bandeja la emoción
de unas piernas con champán
cuando al ir de camino a la barra
naufragó en su mirada el azar.
Abordó su corazón,
la endulzó con un ramo de uvas
untando nocilla en el pan:
- Le haces sombra al bermellón,
pues tus labios llenos de locuras
se visten de un bello azafrán.
Y encontró su cascabel
escondido en el ajuar
de su mapa de cuerpo desnudo
que invita a un pirata a pecar.
Y saliendo de un letargo
vendió su viejo camión,
pidió a la primavera su barco
y tejió con flores un cañón
que dispara por encargo
besos con sabor amargo
que, subiendo la marea,
sólo anhela, sin embargo,
ser canela en tu colchón.
Calaveras de marfil.
En un muelle lleno de sudores
se comparten abrazos y ron.
Banderas de regaliz.
Por su vientre dos manos recorren
una ruta que nadie trazó.
La abrazó y no se durmió
para ver amanecer
noches llenas de tesoros
que brinda con un guiño el placer.
Y saliendo de un letargo
vendió su viejo camión,
pidió a la primavera su barco
y tejió con flores un cañón
que dispara por encargo
besos con sabor amargo
que, subiendo la marea,
sólo anhela, sin embargo,
ser canela en tu colchón.
Y jamás de los jamases
pensó en poder atracar
en un muelle de retales
que, cosidos, dan un cuerpo
que siempre llueve al amar
besos que cantan al día,
cantares que labran vida
mientras mueren al azar
solitarios malheridos,
ahogados en soledad,
que se afeitaron la barba
azul, roja, negra o blanca,
que no supieron soñar,
que perdieron mil batallas,
que no tuvieron agallas
para un tesoro buscar.
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