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Algunos personajes de Claraboya 4 - El Mago Mundo

Algunos personajes de Claraboya 4 - El Mago Mundo

Fue una lección magistral creada por un soñador de la vida, un amante de la Magia.

Jimul Abdallah Ibrahim

 

(...) había pasado quince años recorriendo distintos países junto a un mago que la recogió cuando estaba a punto de desistir. El mago se había convertido, con el paso del tiempo, en su verdadero padre, con él descubrió lo que era realmente la familia, una familia como la que sí habían tenido Clarita y Gato Cras, una persona para abrazar, a quien preocupar y no dejar dormir hasta volver a casa las noches de los fines de semana; alguien con quien celebrar las fechas importantes, aprender, imitar. Irene había aprendido muchísimo de Papá Plas, el Mago Mundo. Con diecisiete años Papá Plas la había convertido en su compañera, Irene, la Maga Tierra. Así, viajaron por toda Europa presentando su mágico espectáculo “La Magia de Tierra y Mundo”, triunfando allí donde actuaban, enamorando a niños y abuelos, sacando conejos naranjas del bolsillo de una chaqueta o haciendo llorar a las nubes para regar los jardines - éste fue, sin duda alguna, el truco de magia más aclamado de la época, hasta en el pueblo de Clara lo conocían de oídas todos los menores de cien años -, sin embargo, para Clara Boya, el mejor truco de todos fue poder abrazar a su amiga tanto tiempo después de las peleas con los hermanos Mer y de las escapadas al arroyo.

 

Irene Gym se había convertido en toda una mujer; su espigado cuerpo, el moreno de sus mejillas, sus manos delicadas y, por encima de todo, su mirada afilada de flecha, como si descubriese los deseos de quien la mirase, la convertían en una persona realmente atractiva. Clara tenía otro atractivo distinto, su melena pelirroja conjuntada con sus pecas y sus ojos verdes soñadores le hacían parecer sacada de un cuento. Aquella tarde, mientras paseaban juntas contándose sus días, todos se volvían a su paso. Más allá del espectáculo de Tierra y Mundo, podía divisarse una magia especial en esa pareja de amigas eternas. Se acordaron del fantasma de Ricardo Plum y sus gritos de tubería; hablaron de Daniel Bach y los primeros desengaños de Clarita; al llegar a la antigua casa de Irene, ésta sacó de su bolsillo un canto que había recogido al pasar por el arroyo y lo lanzó con todas sus fuerzas contra los odiosos recuerdos que su mente aún no había terminado de enterrar, la piedra, más que destrozar malos momentos pasados, lo que hizo fue romper una ventana, ¡a correr!, agarradas de la mano, riendo como en sus años de travesuras, entraron a casa de Clara y subieron hasta el desván, a saludar a la claraboya.

1 comentario

nofret -

Me encantó este personaje de Irene, Cerro! Acabarás tentándome a leer mi primer libro en mucho tiempo... ;)