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Cerrolaza

LA MIRADA

LA MIRADA

Desde aquí veo las montañas de Gijón y bailo

en las nieves de sus picos;

desde aquí huelo las rosas rojas de tu jardín en Cuzco

y la tarta de manzana de la señora de esa esquina de Azuqueca;

desde aquí palpo las mejillas suavitas

de aquellos trillizos de Ruanda

y siento en las yemas de mis dedos

el calor del Vesubio;

desde aquí le hablo al árbol más viejo de Central Park,

y al más joven, y me escuchan los sueños

con papagayos y mantas que abrigan en todos los agujeros;

desde aquí oigo a tu padre contarme el cuento

de antes de dormir y a tu hijo llorarme la incipiente

salida de uno de sus dientes, allá en vuestro París;

desde aquí, en mi Sao Paulo, saboreo las vidas

a las que no llego a vivir por mí misma, porque no soy tan alta,

ni tan lista, ni tan guapa, y tampoco tengo escalera

o taburete, para subir y llegar a los frutos de esas vidas;

sin embargo, consigo probar su néctar con mi voz y mis sentidos,

porque poseo mi mirada;

sí, tengo La Mirada, y en el mar en que navega,

no hay pirata que se atreva a robarla.

 

 

4 comentarios

Cerro -

gracias

lau -

precioso

Cerro -

Gracias, Tela. Saludos.

Té la mà Maria -

ahora hacia tiempo que no pasaba por tu blog, como siempre explédido y muy bien narrado poéticamente hablando

un saludo