ECHÓ EL CANDADO
Ganó tres alfileres y una gota
de sangre en el meñique;
firmó el papel, dejándolo por nota:
“cierro por vacaciones la boutique”.
Cerró; echó el candado y, cual gaviota
con un gesto alfeñique,
voló del vaso tibio al alambique,
botando como bota una pelota.
Sus ojos fueron cuatro eternamente,
sus huellas de culebra,
su sitio preferido fue Ginebra;
la tónica, recuerdo vagamente,
era sentirse al borde de la quiebra,
bañando su nostalgia en aguardiente.
2 comentarios
Elempecinado -
Te la ma Maria -
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