Blogia
Cerrolaza

Canciones

DESPERTANDO

En la calle

se ha apagado el ruido;

hoy no me preguntas

cuál es el motivo.

 

Y las olas

romperán su ritmo,

los amaneceres

nos tendrán en vilo.

 

Las manzanas

no crean conflictos

ni discordias,

mío, tuyo, mío.

 

Al rozarte

como en un descuido

¿hacia dónde vamos?,

mío, tuyo, mío.

 

Y besarte

hasta los latidos,

dime en qué quedamos,

mío, tuyo, mío.

 

Dejaremos

sin fin este escrito,

¿será nuestro?

mío, tuyo, mío.

MIGAS SIN RASTRO

MIGAS SIN RASTRO

La puerta de la entrada estaba abierta,

las escaleras bajan hasta un cielo

que está en alerta,

que está en alerta;

me harás picar cien veces en tu anzuelo,

me harás saber si esta velada incierta

te mantendrá despierta,

te mantendrá despierta.

 

Me das una de miel y otra de menta,

me invitas a pasar hasta tu cuarto

y allí me inventas

más de la cuenta;

después de provocarme tres infartos,

después, cuando ha pasado la tormenta,

te vas cual Cenicienta,

te vas cual Cenicienta.

 

La cama es un desierto mientras tanto,

la almohada es como un niño sin juguete,

como un billete

que cae de canto,

como un fantasma que murió de espanto.

 

Me siento como un traje en un armario

con frío, miedo y colgado de ti,

pez sin acuario;

una hache dentro de un abecedario

que, muda, intenta hablar; un adversario

que está solo entre mil

buscando tu mirada sin censuras,

perdiendo el alma, el siglo, la cordura.

 

Vuelves de la cocina con un beso,

me afeitas la barbilla con las manos

y me tiemblan los huesos,

y me tiemblan los huesos;

parece que han menguado los enanos

del circo de esta noche en tren expreso

que traquetea travieso,

que traquetea travieso.

 

Y mueves tu perfecto culo inquieto

de un brinco, y te vistes mi camisa

sobre tus senos,

sobre tus senos;

te sales al balcón a oler la brisa,

me quedo solo y me siento un boceto

que va de más a menos,

que va de más a menos.

 

La cama es sombra como un mar sin manto

de estrellas, una obra sin sainete,

como un boquete,

como un quebranto,

como un diablillo convertido en santo.

 

Me siento como una jaula de grillos

que gime y llora para poder salir,

un sol sin brillo;

un pino del revés; un bocadillo

que muerden sin piedad; como un barquillo

que deja tras de sí

migas sin rastro; y mientras se clausura

esta aventura,

creo que me ha invadido la locura…

 

Que empiezo a saltar desde las alturas

si no vienes aquí

y me traes tu mirada sin censuras,

que pierdo el alma, el siglo, la cordura…

 

La cama es un bosquejo mientras tanto,

como el entierro de un viejo ciprés

o uno de los quinientos dedos de un ciempiés,

como un futbolista en el banquillo; como un barquillo

que deja tras de sí migas sin rastro,

migas sin rastro…

 

No espero que construyan las aceras

hasta que estés aquí

y que amanezca (¡chas!) cuando tú quieras,

que gano el norte, el mundo, la quimera...

 

La cama es un silencio mientras tanto,

como la duda del ser o no ser

o un piso de soltero en alquiler,

como un otoño sin amarillo; como un barquillo

que deja tras de sí migas sin rastro,

migas sin rastro…

 

Me siento solo en un aniversario,

con frío, miedo y colgado de ti;

un calendario

que los meses perdió; como un corsario

que deja tras de sí

migas sin rastro, sin mapas de tesoros,

plata y oro,

a la deriva en un mar incoloro.

 

Me pierdo en laberintos de pintura

hasta que estás aquí,

hasta que se me acerca tu cintura,

y me quema el olor de tu figura.

 

La cama es una nave en el espacio

que a la deriva viaja como un pez,

como un dos que se ha convertido en tres,

como un loco buscando su tornillo; como un barquillo

que deja tras de sí migas sin rastro,

migas sin rastro…

NOCHES DE TESOROS

NOCHES DE TESOROS

Un loro lo acompañó

en sus viajes llenos de aventuras

por los bares de todo Madrid.

 

Noches de vino y pasión

brindando con jarras y con cubas

con un fresco olor a carmín.

 

Vio en bandeja la emoción

de unas piernas con champán

cuando al ir de camino a la barra

naufragó en su mirada el azar.

 

Abordó su corazón,

la endulzó con un ramo de uvas

untando nocilla en el pan:

 

- Le haces sombra al bermellón,

pues tus labios llenos de locuras

se visten de un bello azafrán.

 

Y encontró su cascabel

escondido en el ajuar

de su mapa de cuerpo desnudo

que invita a un pirata a pecar.

 

Y saliendo de un letargo

vendió su viejo camión,

pidió a la primavera su barco

y tejió con flores un cañón

que dispara por encargo

besos con sabor amargo

que, subiendo la marea,

sólo anhela, sin embargo,

ser canela en tu colchón.

 

Calaveras de marfil.

En un muelle lleno de sudores

se comparten abrazos y ron.

 

Banderas de regaliz.

Por su vientre dos manos recorren

una ruta que nadie trazó.

 

La abrazó y no se durmió

para ver amanecer

noches llenas de tesoros

que brinda con un guiño el placer.

 

Y saliendo de un letargo

vendió su viejo camión,

pidió a la primavera su barco

y tejió con flores un cañón

que dispara por encargo

besos con sabor amargo

que, subiendo la marea,

sólo anhela, sin embargo,

ser canela en tu colchón.

 

Y jamás de los jamases

pensó en poder atracar

en un muelle de retales

que, cosidos, dan un cuerpo

que siempre llueve al amar

besos que cantan al día,

cantares que labran vida

mientras mueren al azar

solitarios malheridos,

ahogados en soledad,

que se afeitaron la barba

azul, roja, negra o blanca,

que no supieron soñar,

que perdieron mil batallas,

que no tuvieron agallas

para un tesoro buscar.

BUEN LADRÓN

BUEN LADRÓN

De niño su mirada era una flor

de las que sobreviven primaveras;

de joven le privaban las carteras

- su mano era veloz -

ajenas, de prestado a su chaqueta.

 

No todos le llamaban Buen Ladrón,

en especial las madres de las chicas

aquellas que soñaban que eran ricas

desde su habitación

y que él el corazón les robaría.

 

Tal vez fue que perdiese la ilusión,

tal vez fue que eligió cambiar su vida,

lo cierto es que a los treinta en un buen día

sus manos ya no usó

para afanar a gente en gabardina.

 

Tan bueno, tan traidor, tan clandestino,

tan rico en el afán de la pobreza,

tan pobre como un vaso sin cerveza,

tan gélido destino,

tan dulce como el vino de cereza.

 

Se supo por las calles del lugar

que el monte fue su ya eterno escondrijo,

pastor de una pastora con un hijo,

solía corretear

con ellos entre abetos y entre pinos.

 

De poco le sirvieron su cantar

en los días pasados: sus hazañas,

sus hurtos, sus carreras y artimañas

para la ley burlar,

pues le acabó cazando una muchacha.

 

Tan bueno, tan traidor, tan clandestino,

tan rico en el afán de la pobreza,

tan pobre como un vaso sin cerveza,

tan cálido destino,

tan dulce como el vino de cereza.

ANTES Y DESPUÉS

ANTES Y DESPUÉS

Quizás te resulte algo extraño, pero en el tejado

el sol no se pone y los gatos parecen cansados,

goteras de arena y carbón cuando llueve tu sueño

de aquellas nubes de algodón sobre un mar de diseño.

 

No sabe la gente que fuimos ladrones de bancos,

piratas con parche en el ojo, un cojo y un manco,

los cofres se esconden ahora aunque tenga el mapa

que lleva hasta tu corazón debajo de tu falda.

 

Será que no fue la desdicha, mas no fue el azar,

telones bajados antes de empezar,

los cuentos de nunca acabar...

Será que no fue mi destino, mas no sé que fue,

los barcos naufragan por dar un traspiés,

no pienses que soy descortés,

tú serás mi antes... mi después.

 

Quizás te resulte mi canto un cálido llanto,

un tanto callado y tranquilo, curado de espanto,

un manto que ha tapado cuanto nos han reprimido,

un santo que fue a los infiernos y se ha redimido.

 

Subiste aquellos escalones cambiando mi vida,

dejaste una huella en mis labios y mi alma vencida

no pudo tocar ningún verso que no fuese tuyo

y dudo que fuese una estafa, un timo, un chanchuyo.

 

Será que no fue la desdicha, mas no fue el azar,

ratones y gatos juegan a matar,

los cuentos de nunca acabar...

Será que no fue mi destino, mas no sé que fue,

los barcos se hunden puestos del revés,

- ¿me pone usted un güisqui escocés? -,

tú serás mi antes... mi después.

CON MI BOTE

CON MI BOTE

El tonto con su bote, la tonta con su lata

y enseñando el escote la tonta que me mata.

Y yo aquí, tontamente, como si no quisiera,

como si, torpemente, la voz no me saliera,

de pie, tan estancado como el lago del parque,

por siempre colocado con tan sólo mirarte.

 

Soy el que no se entera de que eres la primera,

de que eres contrabando, de que eres mi quimera,

el arco y la ballesta, el barco y la ballena,

un narco que navega en charcos que se llenan;

eres el pan, los peces, eres barro y arena,

eres de chocolate, leche, azúcar, avena.

 

La vida atolondrada se me quedó parada

al verte aquella tarde;

el corazón me arde, me siento tan cobarde

cantando esta balada.

 

Y yo aquí con mi bote, como un tonto cualquiera,

un culo sin azotes, un coche por la acera;

sigo dando la lata, sigo soltando el rollo,

y metiendo la pata en uno u otro embrollo;

sigo sin decir nada, sin ser impertinente,

sin encontrar mi hada, sigo... por dar ambiente.

 

Sentado en la escalera veo pasar la vida,

pasa la panadera al local de la vecina

y corren Zipi y Zape que ya liaron otra

y el Super a la TIA que anda en bancarrota

y pasan Mortadelo, Carpanta y su bocata

y, moviendo el trasero, la tonta que me mata.

 

La vida atolondrada se me quedó parada

al verte aquella tarde;

el corazón me arde, me siento tan cobarde

cantando esta balada.

 

Pasa la Violetera y pasa Don Benito,

pasan Pepito Grillo y el pillo de Pepito,

un dos sin par, un niño, un tipo con alzheimer,

una linda muchacha, un zombi o aftereighter,

un dios, un jesucristo y dos o tres diablos,

un caballo fugado huyendo de su establo;

 

y pasa su mirada pegada a su sombrero:

Rafael Sarmentero, poeta y caballero,

se lleva de la mano a la vecina guapa,

a la que yo esperaba, a la que yo anhelaba,

a la de los andares, a la que a mí me mata,

me quedo con mi bote, y con la de la lata.

 

La vida atolondrada se me quedó parada

al verte irte con Rafa;

el corazón me arde, me siento tan cobarde...

me pareció una estafa.

APRENDIENDO A BAILAR

APRENDIENDO A BAILAR

Opino que el amor anda de paso

hasta que encuentra un sitio en que posarse,

los guiños del destino de los vasos

son para enamorarse.

 

La vida me la juego a doble o nada

sobre el tapete al rojo de tu ombligo

donde mi mundo vive de acampada,

pues me sirve de abrigo.

 

Debemos saltar olas y saludos

del mar y de la gente puñetera,

debemos atar más fuerte los nudos

de nuestra primavera.

 

Aprendiendo a bailar...

 

Los bailes son los sueños apagados

al ritmo de una música encendida,

cinturas y cuerpos atolondrados;

comienza la partida.

 

Al centro de la pista quien se atreva,

al fondo bebedores y descansos,

seamos las luces en esta cueva,

vamos a hacer el ganso.

 

Propongo barra libre para todas

aquellas que me besen en los labios,

que paguen sus novios güisqui sin soda,

si están enamorados.

 

Aprendiendo a bailar...

 

Si quieres nos quedamos en la barra,

si quieres nos marchamos a otro sitio,

si quieres nos amamos en los baños,

lo haremos despacito.

 

La música es como un juego de niños,

susurra para hacernos más pequeños;

me gusta tu mirada con cariño

que me quiere sin peros.

 

Pongamos un final, por poner algo,

pero no acabaremos aún la fiesta,

movámonos deprisa como un galgo,

a modo de protesta.

Aprendiendo a bailar...

NIEBLA

NIEBLA

 

Ayer era mañana, hoy será luego,

la cama será un guiño del pasado,

barrotes de talego,

la niebla del pecado,

espaldas apagadas

del polvo de las hadas,

del polvo de las hadas.

 

No quise, pero tal vez sí quería,

"quizás" es la palabra del deseo,

una Virgen María

desnuda en un tebeo,

desnuda en un tebeo.

 

No dices que no y no dices que sí,

no escuchas las mentiras de los hombres,

no saltas ni conmigo ni sin ti

y una pila de nombres

se ahoga en el cuaderno,

se ahoga en el cuaderno.

 

Porque sabemos ir tan de la mano

tan tibios, tan calientes, tan amargos,

tan pobres como un vaso sin cerveza,

tan ricos del azar de la pobreza

y tan enamorados

y tan ensimismados.

 

Y siempre se repite nuestra historia,

los que nunca compiten hacen tablas,

no les gira la noria

del viento a  rajatabla,

ni venden por los bares

sus penas por cien mares,

sus penas por cien mares.

 

Resulta baladí el "si tú me dejas",

te dejo ahora y aquí en este desierto;

los cuentos de Calleja

terminan por ser ciertos,

terminan por ser ciertos.

 

Podremos hacer noche en carretera,

podremos ser felices y ser tristes,

probar una de cal y otra de arena,

soñar mientras te vistes

que me atas con tus piernas,

que me atas a tus piernas.

 

Porque sabemos ir tan de la mano

tan tibios, tan calientes, tan amargos,

tan pobres como un vaso sin cerveza,

tan ricos del azar de la pobreza

y tan enamorados

y tan ensimismados

y tan anestesiados;

tan idos, tan venidos y encontrados;

tan juntos y a la vez tan separados;

tan puros y tan sucios del descaro;

y tan adolescentes

y adultos y hasta ancianos, tan cansados

y tan efervescentes

al agua de los besos apagados,

tan tuyos y tan míos, regalados;

tan tango y tan bolero; y, a bocados,

caballos alocados,

niños encapotados,

locos atolondrados

y cielos desbocados

se vuelven tan callados,

se vuelven tan callados...

QUIERO GUIÑOS

QUIERO GUIÑOS

No es de playa la arena que me ciega,

ni es la Luna la que me hace soñar,

no es cerveza, ni es vino de bodega,

ni el parque de La Vega,

son tus ojos de mar.

Yo no busco tesoros escondidos;

yo no intento hacerte naufragar;

mucho menos prohibirte lo prohibido,

sólo en tu piel bailar.

 

Nunca quise un harén de cumpleaños

ni tampoco busqué la salvación;

no pretendo subir veinte peldaños

cuando pasen los años

hasta tu corazón.

Quiero besos robados a tus ojos;

quiero guiños picantes de nariz;

y estornudos de aquellos labios rojos;

quiero todo de ti.

 

Sabes bien que te quiero sin palabras,

sabes bien que en silencio digo todo,

todo eres tú: tus prisas, tu mirada,

la belleza, la noche, tus pisadas.

 

Yo no hago dibujos en la arena

ni castillos de cartas o papel

y no digo que tú seas mi sirena

ni mi copo de avena,

pero calmas mi sed.

No deseo que suban mis acciones

en la Bolsa del Día o Carrefour,

y no doy pena a la guerra en canciones,

porque no soy Mambrú.

 

No soporto aguantar cuarenta días

sin comerte el desnudo, sin beber

tus agüitas de mayo y fantasías,

tu ataque a mis manías,

mi batalla a tu fe.

Quiero sal que dé vida a mis pecados,

quiero ser tu capullo de alhelí,

y volar por las calles maniatados;

quiero todo de ti.

 

Sabes bien que te quiero sin palabras,

sabes bien que en silencio digo todo,

todo eres tú: tus prisas, tu mirada,

la belleza, la noche, tus pisadas.

A BOCADOS

A   BOCADOS

Distingo

lo que quiero y lo conveniente

dictado por nuevas corrientes;

llanamente... importa poco

ser resplandeciente

o estar medio loco.

Sentirnos fuera de lugar,

no vernos como ellos querían,

las manos varían constantemente

de lunar.

No ha venido el coco

ni el hombre del saco

y muy raramente

hay bajo la cama

un susto del alma;

claramente, ciertamente

no mires al suelo

que estoy en el cielo.

Lentamente, sagazmente,

los labios descubren

lo poco corriente.

Divierte

la forma en que te levantas,

el modo en que me recuesto,

trae la manta;

desnudos

sobran los bostezos;

que me tienes loco;

gerundios del cuerpo y las manos

conversan sin decir ni pío

a bocados.

Descubro

dos lenguas que hablan mil idiomas,

sin saber de la pausa de las comas,

inconscientes.

No busques fantasmas

si no es en mi espalda

a bocados;

claramente, ciertamente,

no ahorraremos besos

ni amor gastaremos.

Lentamente, sagazmente,

los labios descubren

lo poco corriente.

El cuadro es de Jacqueline Klein

Sólo es rocanrol

Sólo es rocanrol

La cafetera pitando entusiasmada

al ritmo de los que piden y piden,

los bollos, los cafés y las tostadas

agujas del reloj que siempre siguen

y no descansan nunca, ni se paran

por dar descanso a un cuerpo, unos zapatos

de pies de una mujer que aún es muchacha. 

 Y es un rocanrol...

 Parece no llegar el treinta y uno,

el cobro, toa la tela, sobre y chapas,

parece que se alargan doce horas

al día y que se acortan, por la espalda,

las otras, las que quedan al descanso;

semanas, meses, historias de barra.

Sólo es rocanrol...

DESPUÉS

DESPUÉS Quiero que entiendas que a veces los camisones
son como un muro que separa corazones
de dos amantes que se mojan y se empapan
de dos adolescentes que aún no saben si se aman.
Nunca fui loco, aunque no siempre fui cuerdo
y, te lo juro, hay ratos que no me acuerdo
de mi razón para vivir que son tus besos
que dibujan las nubes en los firmamentos.

Y no es que anhele un pijama de madera
bajo una losa, algún ciprés y una maceta,
pero es que muero almorzando ese vacío
que quedó entre mis brazos, que da tanto frío.

Voy
cosiendo tu espalda,
bajo hasta tu falda,
la aguja me pide calma.
Siento entre tus piernas
lunares de seda,
retales de miel de abeja.

Quiero que entiendas que a veces no soy perenne,
mis hojas caen hasta un baúl resplandeciente
que es donde viven el dolor y la tristeza,
que de malas maneras marchitan tu tierra.
Y en bicicleta cabalgan los derrotados
que no pudieron conservar esos tratados
de paz de amores de cien mil cuerpos desnudos.
Yo me quedo quieto y a tu red me anudo.

Quiero que entiendas que a veces una calada,
mientras pasea mi mirada por tu espalda,
es una nube de amistad en nuestro cuarto
que presagia silencios de flores y abrazos.
Y las ojeras por una noche sin tiempo,
los agujeros ocupados por desiertos
de agua y de humo hacia los cielos desterrado.
Yo me quedo aquí y a tu piel me caso.

Voy
cosiendo tu espalda,
bajo hasta tu falda,
la aguja me pide calma.
Siento entre tus piernas
lunares de seda,
retales de miel de abeja.

Y un cigarrito pa´ después,
que no hay mejor momento que el humo entre tus manos;
y un cigarrito pa´ después,
que aún noto la hoguera al ver tus labios;
y un cigarrito pa´ después,
que el llanto hacia los cielos suba mientras amamos;
y un cigarrito pa´ después,
que ahora eres la dueña de mis años.

QUISIERA

QUISIERA

Quisiera que no me quisieses demasiado,
quisiera que no pidieses más de lo que no hay,
quisiera que vivieses conmigo o sin mí los pecados,
quisiera que pecases más de lo normal.

Quisiera que los domingos no hubiese misa,
quisiera que a nadie tuvieses que rezar,
quisiera que tus dioses no tuviesen prisa,
quisiera que sus verdades fuesen verdad.

Quisiera que tú supieras lo que te extraño
las noches que decides venir a dormir,
quisiera que no alimentases el desengaño
de la vida que has decido vivir sin mí.

Quisiera, quisiera,
quisiera que estuvieses lejos, a mi lado,
quisiera, quisiera,
quisiera que la madrugada nos despertase un día
y no nos dijese que la luna se ha marchado,
se ha cansado de esperar.

Ya no deshoja las margaritas que coronaron
la felicidad que había en tus ojos cuando sabían
que te quería y te tenía en un altar.

Quisiera que nunca quieras querer quererme,
quisiera que me dijeses ¡déjame en paz!,
quisiera que el cartero una mañana venga a traerme
un beso tuyo desde Galicia en una postal.

Quisiera no echarte siempre tanto de menos,
quisiera no haberte echado tanto de más,
quisiera que sólo recordases los ratos buenos:
caricias, besos con sexo y con amistad.

Quisiera que los meses en el calendario
te hubiesen hecho aprender bien la lección,
quisiera que estuviese más vacío el armario,
mas quisiera a veces como tú no sentirme yo.

Quisiera, quisiera,
quisiera que estuvieses lejos, a mi lado,
quisiera, quisiera,
quisiera que la madrugada nos despertase un día
y no nos dijese que la luna se ha marchado,
se ha cansado de esperar.

Ya no deshoja las margaritas que coronaron
la felicidad que había en mis ojos cuando sabían
que me querías y me tenías en un altar.

Quisiera que por un plato de lentejas
no vendieses tu bello reino de mujer,
quisiera que le echases más cuento que calleja
a tu vida y vivieses por puro placer.

Quisiera nunca más volver a verte
y quisiera que fuese por ti,
que no dejes que el amor yo vuelva a hacerte,
que me entere por amigos de que te has ido a París.

Quisiera volver a casa una noche y darme cuenta
de que no estás y de que era lo mejor,
quisiera echar de menos tus maletas,
mas quisiera a veces que no fuese cierta esta canción.

Quisiera, quisiera,
quisiera que estuvieses lejos, a mi lado,
quisiera, quisiera,
quisiera que la madrugada nos despertase un día
y no nos dijese que la luna se ha marchado,
se ha cansado de esperar.

Ya no deshoja las margaritas que coronaron
la felicidad que había en mis ojos cuando sabían
que me querías y me tenías en un altar.